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«Nos enfrentamos a adversarios poderosos, con importantes fuentes de financiación, que nutren redes de contacto a escala global». El jefe de Gobierno de España, Pedro Sánchez, encabezó junto con el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva una suerte de cumbre paralela a la Asamblea General de la ONU focalizada en la amenaza de la extrema derecha en el mundo. El presidente francés, Emmanuel Macron; el de Chile, Gabriel Boric; el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel participaron del encuentro llamado «En defensa de la democracia».
Sánchez y Lula llamaron en sus intervenciones a unir fuerzas para hacer frente a un problema común y abogaron por mantener nuevas reuniones en las que abordar este asunto.
«Que esta sea la primera de muchas reuniones para coordinar una respuesta global a un fenómeno global», dijo Sánchez a través de su cuenta en X. «A los enemigos de la democracia debemos responderles con la misma tenacidad y la misma coordinación que ellos emplean para socavarla.
El jefe del Ejecutivo lamentó los «ataques sistemáticos de la ola reaccionaria» a la democracia en todo el mundo aprovechando factores que la erosionan como la desigualdad social sobre la base de la desinformación y la propagación de discursos del odio.
Ante ello defendió el Plan de Calidad Democrática que el Gobierno español aprobó la pasada semana, con una serie de medidas para luchar contra la desinformación y promover la transparencia y la responsabilidad de los medios de comunicación. Para Sánchez, el auge de los movimientos ultraderechistas obedece a una buena coordinación internacional entre sus promotores y sus responsables políticos. «Nos estamos enfrentando -añadió- a adversarios poderosos con importantes fuentes de financiación que nutren redes de contacto a escala global».
Lamentó que esos movimientos no reconozcan los resultados electorales, nieguen la ciencia y el cambio climático, manipulen conceptos como la libertad y promuevan el odio, el racismo y la xenofobia al tiempo que cuestionan la participación de la mujer en la política y en los asuntos socioeconómicos y tratan de deshumanizar al adversario político.
«Tenemos que movilizarnos, tenemos que trabajar juntos para defender la democracia en todos los foros, en todas las plataformas posibles», dijo y añadió: «a los enemigos de la democracia debemos responderles con la misma tenacidad y la misma coordinación que ellos emplean para socavar a la democracia».
La posición de Lula
Para el mandatario brasileño la democracia liberal se ha convertido en un blanco fácil de «las falsas narrativas» de la extrema derecha, como lo demuestra la experiencia en su propio país donde el bolsonarismo radical intentó dar un golpe de Estado el 8 de enero de 2023.
Lula advirtió no obstante que el hambre y las malas condiciones de trabajo se convierten en la «antesala» para la adopción de medidas autoritarias. La extrema derecha se volvió » electoralmente viable» porque, dijo el brasileño, consigue organizar a los descontentos, pero «forzando los límites» de las instituciones democráticas. «Un modelo que funciona para las grandes empresas y abandona a los trabajadores a su suerte no es democrático. Un régimen que favorece a los hombres blancos y perjudica a las mujeres negras es inmoral. La abundancia para unos pocos y el hambre para muchos en el siglo XXI es la antesala del totalitarismo», añadió. Lula fue enfático al respecto: ceder ante «las narrativas» ultraderechistas es «caer en una trampa». Retroceder, en tanto, «no aplacará el alcance violento de quienes atacan la democracia para silenciar y eliminar derechos».
Por último, comentó no solo el intento de destitución violenta en su contra sino la asonada contra el Congreso norteamericano por parte de los trumpistas. «En Brasil y Estados Unidos, fuerzas totalitarias han promovido acciones violentas para impugnar el resultado de las urnas. En América Latina, las fake news están erosionando la confianza y afectando a los procesos electorales. En Europa, una mezcla explosiva de racismo, xenofobia y campañas de desinformación pone en peligro la diversidad y el pluralismo».