La ex de Heath Ledger se pregunta por qué el director pensó en ella para interpretar a la madre real de Spielberg en “Los Fabelman”.
Acaba de lograr su quinta nominación al Oscar por uno de los papeles más importantes de su vida, inspirado en la madre de Steven Spielberg en la autobiográfica Los Fabelman, pero Michelle Williams siente devoción por el cine independiente, con el que descubrió, asegura, la posibilidad del “amor propio”.
Williams no sabe, ni quiere saber, por qué el director pensó en ella para ponerse en la piel de Mitzi Fabelman, una excéntrica madre de familia con vocación de artista en los Estados Unidos de los años cincuenta y sesenta, inspirada en Leah Adler, la madre real de Spielberg.
“No quería saberlo para no estrechar mi visión del personaje”, argumenta la actriz estadounidense en un encuentro con un reducido número de medios internacionales, EFE entre ellos.
Pero a la vez confiesa que se empapó de todos los detalles y circunstancias de la vida de Adler que impregnan el personaje. No debió de hacerlo mal porque Spielberg se emocionó viéndola.
“Hay que tener en cuenta que estaba recreando su infancia, su propia casa, con gran nivel de precisión y detalle; para él era como caminar a través de su pasado y rodeado de personas importantes que ya no están vivas, es lógico emocionarse”, explica.
En cuanto a ella misma, dice que siente que todos y cada uno de los 30 años que lleva dedicada a la actuación han sido una preparación para este papel; entre otras cosas, le ha permitido reflexionar sobre las dificultades de compaginar la faceta de madre -tiene tres hijos- y de artista.
“Cualquier madre puede entender esa lucha, porque todas nos exigimos mucho a nosotras mismas”, razona, pero recomienda recordar que “quien sos como madre influye en quién sos en el trabajo y viceversa”, y que con un poco de benevolencia, el conflicto puede transformarse en “simbiosis”.
Una historia de infancia
La película aúna drama, humor y emoción, y lleva el sello del creador de Tiburón, E.T. y tantos títulos que conectaron con el niño interior de cada espectador.
Pero esta vez Spielberg narra su propia infancia, sus traumas en relación con un secreto que le guardó a su madre durante un tiempo o con el acoso escolar que sufrió por ser judío; y, en medio de todo eso, el descubrimiento del cine como herramienta para controlar sus propios miedos.
Williams también descubrió su vocación a muy temprana edad. Debutó con 13 años en televisión y dice que el cine le ha enseñado no solo a ensanchar su visión de lo que significa ser humano, sino también a aceptarse a sí misma.
“El cine independiente me descubrió la posibilidad del amor propio y la autoaceptación, porque al ver a los personajes de las películas de Cassavetes, tan difíciles y desafiantes y que sin embargo me atraían tanto, pensé que tal vez podría darme algo de eso a mí misma”.
A Williams le costó dejar atrás su faceta de ídolo adolescente lograda por su participación en la serie Dawson’s Creek a finales de los noventa. Pero en 2005 tocó la cumbre y logró su primera nominación al Oscar gracias a Secreto en la montaña, a la que siguieron otras tres por Blue Valentine, Mi semana con Marilyn y Manchester junto al mar.
Aunque su imagen se asocia a menudo a mujeres que sufren y con una turbulenta vida interior, lo cierto es que las primeras películas que le marcaron y le hicieron querer ser actriz fueron musicales como La novicia rebelde y El Mago de Oz.
“Me atraían porque parecía que lo pasaban bien, que eran felices y sigo creyendo que cantar y bailar te proporciona alegría, porque al hacerlo tu conciencia se apaga, para llevar el ritmo y el tono tienes que dejar de pensar, no podés sobreanalizar ni preocuparte ni distraerte con otras cosas, y creo que eso es la felicidad y la vida, estar en el momento presente”.
Su próximo proyecto, a las órdenes de Todd Haynes, tal vez le brinde esa alegría ya que se trata de una biografía sobre la cantante, compositora y actriz Peggy Lee (1920-2002), autora de canciones como Fever o Why Don’t You Do Right.
POS