En abril de 1998 Carlos Menem, que ya no tenía re-reelección, designó a Palito Ortega Secretario de Desarrollo Social. Quería posicionarlo para que sea su candidato para enfrentar un año después a Eduardo Duhalde, con quien Menem protagonizaba una encarnizada interna en el peronismo. A las apuradas, armó el “orteguismo” coordinado por Pablo Fontdevila e integrado por dirigentes como Julio Mera Figueroa, Mario Das Neves y Aldo Duckler, y por un grupo de jóvenes entre los que se destacaban Jorge Capitanich, Diego Santilli, Sergio Massa y Horacio Rodríguez Larreta. El experimento fracasó, pero varios de esos dirigentes, hoy, son protagonistas.
Un cuarto de siglo después, Sergio Massa y Horacio Rodríguez Larreta pujan por la candidatura presidencial pero desde diferentes espacios, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, respectivamente. Aunque el origen de ambos precede al kirchnerismo y el macrismo.
A diferencia de Capitanich, Juan Manzur, Eduardo de Pedro, Patricia Bullrich, Gerardo Morales, Facundo Manes o María Eugenia Vidal, Massa y Larreta protagonizan una pelea mano a mano por anular al otro. Porque los dos se disputan la preferencia de los sectores productivos y empresariales luego de tantos años de predicar el camino de la moderación y la previsibilidad. Pero haciendo política, sin miramientos.
“Son los únicos que aportan racionalidad a la cuestión. En el kirchnerismo no solo son talibanes sino que atrasan 150 años, son inviables. Y Massa resume un poco lo que piensa el peronismo tradicional. Y Larreta dice en privado lo mismo que en público. Que la magnitud de las transformaciones es tan grande que, sin un consenso importante, es inviable”, resume un empresario que participa de todos los encuentros del sector productivo y de las asociaciones empresarias.
Por eso no sorprende cuando en el entorno político del ministro de Economía aseguran que el candidato del oficialismo debe ser el “opuesto complementario” del competidor opositor. ¿Pero cómo saber quién será el aspirante de Juntos por el Cambio antes de las PASO? Descartan que tanto Mauricio Macri como Patricia Bullrich vencerán con claridad a Larreta, que esa situación se palpará en las encuestas a partir de marzo, y que ese escenario permitirá definir quién es el mejor para enfrentar al expresidente o a la exministra de Seguridad. Incluso, chicanean, “Horacio es el mejor candidato a gobernador bonaerense de la oposición”.
Esa lectura que hacen desde el massismo y La Cámpora, la sostienen con algunas encuestas no publicadas que señalan que los halcones de Juntos por el Cambio duplican en intención de voto al jefe de gobierno porteño. Esos mismos trabajos señalan que Massa pierde terreno respecto de Macri y Bullrich.
Desde el larretismo refutan los argumentos. Primero señalan que son estrategias del kirchnerismo para perjudicar a quien, dicen, es el principal candidato opositor. Luego indican que es falso que Larreta esté cayendo o estancado sino que, de acuerdo a los monitoreos permanentes que realizan, es el que mejor imagen positiva tiene, mejor imagen negativa, mejor ratio y viene creciendo desde agosto del año pasado. Y de cara a la interna, lo ubican varios puntos arriba de Bullrich, su inmediata competidora. La guerra de encuestas está en marcha.
Consideran que a Massa le conviene la candidatura de Bullrich porque les permite retener la Provincia de Buenos Aires y volverse competitivos en la elección general y en el ballotage. En cambio Larreta, puede quitarles la provincia.
Por el momento, la construcción de imagen de Massa y Larreta es muy distinta. El equipo del alcalde de la Ciudad ha puesto en práctica la deconstrucción de su imagen correcta, acartonada, cuidada, y ha pasado a mostrarlo caminando como un Beatle por una senda peatonal, nadando en un lago con gorra, haciendo surf con la ayuda de un instructor o con la cara llena de harina en el tradicional carnaval de Jujuy. Una apuesta riesgosa por popularizar su imagen, que es reconocida en todo el país.
La situación del ministro de Economía es más compleja. Su objetivo, y el del Gobierno y del cristinismo, era amesetar la inflación mensual en torno al 3 y pico por ciento con marzo o abril como fecha límite, porque en junio se deben presentar las listas de candidatos y la idea era mostrar durante varios meses el estancamiento de los precios. Pero después del 6% inicial en enero, y de las proyecciones para febrero, el plan se ha vuelto utópico.
Massa suele decir a sus colaboradores que seguirá peleando y que hará todo lo posible. Pero también ha empezado a señalar que se irá siendo el ministro de Economía que sin ajuste, en un año bajó la inflación a la mitad. Cuando asumió era del 7,4% mensual y pretende alcanzar en algún mes, el 3,7%, aunque ello no implique una tendencia. “Quiero ser un punto de referencia de gestión de Estado para el peronismo”, aseguran haberle escuchado decir.
Con Cristina Kirchner afuera de la competencia electoral, la única apuesta competitiva es la de Massa, que hoy, no es candidato porque la gestión no lo acompaña. Cualquier otro candidato no tiene el piso de votos K asegurados y deberá pelear por retenerlos, en vez de salir a cazar votos.
Larreta, en tanto, debe lidiar con la interna en la que pelea cabeza a cabeza con Bullrich, que se ha ganado la atención del electorado en base a un discurso duro. Y con Macri, que no define si competirá o no, y cuya figura puede convertirse en una mochila para cualquier postulante a la presidencia, provocando en Juntos por el Cambio lo mismo que Cristina Kirchner o Alberto Fernández en el Frente de Todos: incertidumbre.
El diferencial del jefe de gobierno porteño -para bien o para mal- respecto de Bullrich y Macri es su apuesta por un consenso con el peronismo no kirchnerista. Llámese el que encarnan gobernadores como Juan Schiaretti, Omar Perotti, Gustavo Bordet, entre otros. “Yo puedo ganar las elecciones con el 51% de los votos y aprobar leyes con esa mayoría, pero después no las puedo poner en práctica si no tengo un amplio apoyo político”, ha manifestado Larreta, en charlas privadas.
El otro problema que tiene Larreta es Milei, que parece consolidarse en torno a los 20 puntos si el candidato de JxC es él, pero que disminuye si el aspirante es un halcón como Bullrich.
Pero como solía reflexionar Carlos “Chacho” Alvarez, las elecciones no las gana la oposición, las pierden los oficialismos.
“Hay dos puntos de inflexión que nos puede afectar, y muchísimo. Uno es el 24 de junio, el cierre de listas. Porque una cosa para el mercado es que Sergio sea candidato y otra que no. El segundo momento es el lunes 14 de agosto, un día después de las PASO, porque nos puede pasar lo mismo que a Macri después de perder”, dispara un funcionario oficialista. Alude a aquél lunes negro del 12 de agosto de 2019 cuando, luego de que Alberto Fernández le sacara 15 puntos a Macri en las PASO, la Bolsa cayó un 37,9% en pesos y 50% en dólares; el dólar saltó un 19% y durante ese mes registró un alza del 35,8%.
De allí el planteo de algunos gobernadores peronistas al Presidente en una cena el miércoles pasado en Olivos de atrasar un mes las PASO y llevarlas a Setiembre, para que sólo haya un mes, y no dos, entre las primarias y la elección. Y acotar cualquier reacción negativa de los mercados. Sin embargo, en el oficialismo rechazan esa teoría porque debería reformarse la ley electoral lo cual es inviable en el Congreso; y recuerdan que Macri pudo reaccionar defaulteando la deuda en pesos y calmando al sector financiero.
De acuerdo a algunas muestras que anidan en pocos despachos oficiales, hoy, en todos los escenarios, el Frente de Todos pierde en el ballotage nacional. La luz roja se enciende porque en dos combinaciones, corre el riesgo de salir tercero, detrás de Juntos por el Cambio y de Milei. Aunque en una de ellas JxC también podría quedar fuera de la segunda vuelta.
La principal discusión para un sector del oficialismo es si están en condiciones de retener la provincia de Buenos Aires con Axel Kicillof como candidato. Pero mientras algunos aseguran que es el mejor candidato, otros sostienen que ni siquiera retiene los votos bonaerenses de Cristina.
Un legislador clave en el oficialismo lanzó una premisa con cierta lógica en estos momentos críticos del kirchnerismo, pero también con resignación. “El único escenario viable es Cristina presidente y Sergio en la provincia para cuidar los votos. Ella hablándole a los duros, y él moderando el discurso. Pero eso no va a suceder”…