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“Acá son todos lobos: la mayoría son más enemigos que amigos”, repite por guión Mike Amigorena. Pero incluso en las sombras, esas que se tejen por lo bajo, el actor que interpreta a un presidente en La mente del poder, sigue siendo blanco de adversarios invisibles. Como la gran Elena Roger, su colega circunstancial de junket, pero enemiga encubierta en la ficción de 8 episodios.
Es un thriller psicológico que se estrena el domingo 6 de octubre en TNT a las 22 horas y el lunes 7, completa, en Flow,.
“Soy la que tiene el poder invisible, que él no ve. Pero en la serie no hay ni buenos ni malos”, dice la artista coronada de hitos teatrales y reestrenos en puerta, en un papel dominante y manipulador.
La serie «La mente del poder», con Mike Amigorena y Elena Roger, se estrenó este domingo 6 en TNT y llega el lunes 7 a Flow. Foto: Ariel Grinberg Pero esa atmósfera oscura, creación de Nicolás Mellino y Pablo Flores con dirección de Mariano Hueter (que tiene en su trío protagónico a Diego Velázquez y a Eleonora Wexler como primera dama, además de Michel Noher) difiere con la postal del día, donde ya de civiles -Elena engamada en la sobriedad del negro y Mike presumiendo mocasines de moda con pantalón verde oliva- se actualizan cruzando risas y rondas de café.
No filmaron juntos
Entre verdades en voz alta -como el intento fallido de hacer terapia sin resultados “una vez en la vida” de Roger o la sensación de sentirse un outsider de las redes de Amigorena- la dupla que no se cruzó en set pero devuelve cercanía, explica: “Somos amigos hace un montón. Casi familia”.
Elena Roger, Mike Amigorena y Diego Velázquez en «La mente del poder». Foto de prensa-¿No se cruzaron ni entre pasillos?
Amigorena: -¡Tampoco! Todavía no tuve el gusto de trabajar con Elena.
Roger: -Ni siquiera estuvimos en la misma locación, nada. Pero nos conocemos mucho. De hecho, mi pareja (el actor Mariano Torre) es amigo de él de toda la vida.
-El tuyo, Mike, es de esos papeles que por su estructura y rigidez no permite correrse tanto de los márgenes. ¿Lo padeciste un poco?
Amigorena: -No lo padecí. Pero al estar acostumbrado a hacer reír e improvisar, fue un desafío. Una persona que no puede correrse o equivocarse, que habla de una manera muy particular. Representar poder. Inspirar poder sin empujarlo. Pero lo más difícil es la neutralidad. Ser neutro y transmitir. Ese es mi único miedo. Correr el riesgo de no comunicar.
-Elena es tu antagonista, pero sin llegar a ser “la mala de la película” porque existen los grises, como en la vida y sobre todo en la política.
Roger: -No hay malos ni buenos. Me encanta porque muestra cuántos poderes hay alrededor de un presidente. No necesariamente el poder está en él, aunque él lo crea. ¡La manipulación!
Un momento del rodaje de «La mente del poder», con Mike Amigorena. Foto de prensa-Tu personaje cumple un poco esa función porque opera desde afuera, manipulando su psiquis.
Roger: -Todo el tiempo se está moviendo un poder en el ámbito social. Y no es que tengo poder sobre él, sino que en realidad tengo poder sobre Marcos (el terapeuta de Amigorena, interpretado por Velázquez).
-Rodaron muy cerca de la asunción de Javier Milei y, curiosamente, este presidente es otro outsider que tampoco tuvo historia política.
Amigorena: -Debe ser re complejo de imitar porque es tan lo incorrecto, en su comportamiento… Pero es un proyecto prepandémico. Cuando íbamos filmando decíamos: «¡Mirá lo que está pasando!». Pero esto es ficción, aunque haya un paralelismo. No está inspirado.
Un presidente que hace terapia
De hecho, medirse el traje político le valió al actor y performer la figura de un coach de apoyo, para desmenuzar de cerca discursos de múltiples mandatarios del mundo. “Aunque eso no me atrajo nunca de nadie. Tal vez, de algún actor recibiendo un premio, pero no reparo tanto en eso”, admite exagerando su sonrisa en las fotos pactadas con Clarín porque “tengo que dar presidente”.
Mike Amigorena y Elena Roger son los protagonistas de la serie «La mente del poder», que se dará por TNT y Flow. Foto: Ariel Grinberg -¿Un presidente argentino o extranjero?
Amigorena: -Me vi videos de Barack Obama, que me vuelve loco. Pero no daba imitarlo porque no condice con la psicología del personaje ni las circunstancias.
Me basé en Bill Clinton, en Macron, en Boric, en Bush hijo, pero en sus discursos. Para la vida, junto al director, lo amoldábamos.
Roger: -Es imaginación de la intimidad del presidente porque, ¿quién sabe cuál es la intimidad del presidente?
Amigorena: -Bueno, ya lo sabemos… (Risas)
Roger: -Es cierto: ahora ya sabemos, pero cuando filmamos no sabíamos, jajaja.
-El gancho que envuelve la trama ya genera cierto morbo. ¿Quién no quisiera espiar las sesiones de terapia de un presidente?
Roger: -Nunca se ha hablado del terapeuta de un presidente. Yo no he ido al psicólogo (luego dirá que tuvo un intento), pero por gente que me cuenta sesiones, a veces no es tan acertado lo que dice. No es Dios. Y acá pasa eso: él cree en su psicólogo, pero…
Amigorena: -¿Viste esa gente que dice: hace 10 años voy? Imaginate un impermanente como yo, que voy 4-5 sesiones. Es como un taller mecánico. Que llevás el auto y te vas. No vas la otra semana al taller, porque no tenés nada.
Fui muchas veces a terapia. Y el último se me murió, una cosa hermosa. Pero eran 10 sesiones en total y ya está…. Sino empezás a hablar boludeces.
Cantar para los hijos
«La mente del poder» es la historia de un «outsider» que no tuvo historia política, gana las elecciones y hace terapia. Foto de prensa-¿Cómo es estrenar en un marco hostil a nivel ficción, país y recortes a la cultura?
Roger: -Hacer es lo mejor que podemos hacer en contra de las adversidades. Y está bien, fuimos muy privilegiados de poder filmar esto. Pero hay que hacer y apoyar a la ficción, estar y generar, donde sea.
Argentina siempre tiene crisis, sin embargo en la cartelera teatral no parás de ver la inmensa lista. Tenemos un motor adentro. El argentino mueve. Y mientras nosotros creamos en que moviendo, seguimos generando sin parar esa máquina interna, ninguna crisis nos va a reventar.
-Series como “Envidiosa”, con el espíritu de los buenos unitarios de Polka, volvieron a entrar a las casas como las ficciones de antes. ¿Hay algo de la cultura de esa tele que tal vez no está del todo perdida, aunque muchos la daban por enterrada?
Amigorena: -Son transiciones. Creo que Suar el año que viene va a producir, si no es que ahora va a sacar una tira nueva, Underground va con En el Barro. Lo que pasa con la ficción es que en la televisión ya no se puede producir como antes. De la misma manera que no se producía en el 2012 como lo hacía Romay en el ’88.
-Vos venís del riñón de la tira diaria.
Amigorena: -Y esa tira ya vendrá. O nos acostumbraremos a este formato. Se va reconstituyendo.
-Tu hija, Miel, te vio cantar en el escenario del “Cris Morena Day”. Y los tuyos, Elena, Bahía y Risco, te habrán visto muchas veces más. ¿Ahí se les mueve otra estantería?
Amigorena: -¿Qué tu hijo te mire? No sé. Ayer pensaba en el caso de que a mi hija me gusta llevarla a todos lados. Acá me encantaría que esté, pero si vos la acostumbrás a esto capaz no le copa. Es algo egoísta porque quiero que me acompañe y creo que lo disfruta y no lo disfruta, eh. Tiene 4 años y medio. Se va con las maquilladoras que la maquillan y es feliz. Pero le decís que cante y le da vergüenza.
Todavía no sé si le molesta que me pidan una foto, que no sea totalmente de ella o que no le pase a ella. Son todas conjeturas mías. Pero me mato si eso le trae un problema en un futuro.
Roger: -Yo hice la serie Entrelazados, de Disney, para que me viera mi hija de 11. La llevé mucho a ver obras que me gustan, más que a trabajar conmigo. Le gusta actuar. Y me dice: “Soy igual a vos” o quiere estar vestida como yo. Pero le quiero alimentar que es su propio camino.
Elena Roger en el musical «Mina che cosa sei», en 2010. Foto: Raul Romero -Dicen que no hay que volver a donde uno fue feliz y vos, Elena, vas un poco contra esa corriente. Reestrenás musical en noviembre («Mina”, en Lola Membrives) y siempre que podés, o la gente te pide, volvés a habitar ciertos personajes.
Roger: -Es volver a jugar. Un refresh. Hice dos veces Evita, dos veces Piaf, dos veces Mina y suelo volver. Pero es excusa para reunirnos con Valeria Ambrosio, Diego Reinhold, Gaby Goldman y los músicos que tocaron conmigo un montón desde que hice Mina hace 20 años.
Nada de política partidaria
En la vereda opuesta, su colega de ficción pero no de escenas – que va por su tercer disco solista y mantiene su rutina de presentaciones gratis en geriátricos- persigue la pulsión constante de cambio. “Es la impermanencia. De no poder hacer algo mucho tiempo porque me sale mal. Y mientras más hago, tengo que soltarlo”.
Mike Amigorena en la sesión de fotos para su último álbum de canciones, «El increíble cool». Foto de prensa gentileza Cande Allende-¿Hay algo a lo que no se le animen?
Amigorena: -A la política. No soy fanático de nada. Y no me gustaría defender una idea. Por la misma impermanencia.
Roger: -Yo hago política cuando digo que cuidemos el planeta o me meto en esos lugares de ecología, pero no me gusta para nada política partidaria. No me metería ahí por nada del mundo.
Y refuerza: “Creo en el cuidado y respeto. Al de al lado, como también tengo que respetar al árbol, a la vaca, a lo que sea. Esa bandera la levanto”.
Amigorena: -Después de eso, hago cualquier cosa, lo que se te pase por la cabeza. ¡Imaginate, fui padre! Que yo veía un niño y era: “¡No… salí!”.
Roger: -Ay, Dios. Esa Miel es tremenda.
-Mucha gente en redes te dice que naciste para el streaming.
Amigorena: -¡Pero nadie me llama! Yo puedo hacer cualquier cosa. Puedo salir desnudo de acá y, te juro, que no pasa nada.